Acercademí

Yoga estuvo en mi corazón siempre. Practiqué algunas veces en mi adolescencia, pero fue recién a los 28 años, después de un desorden en mi glándula tiroides que me enamoré y entregué por completo a la práctica.
Enamorarme porque cada vez que practico me siento en amor. Yoga me abre, me suaviza, me centra. Me mantiene presente en el aquí y el ahora volviéndolo todo tan simple y valioso. Me siento agradecida.
Entregada porque de todas las energías que la práctica regala, la energía de la entrega es la que más me inspira. Entrega con disciplina, entrega con alegría, entrega con confianza, sin expectativas, con vacío. Entrega absoluta. Paz, amor, compasión, verdad. Mi intención es compartir lo que siento con muchos seres. Que esa semilla que crece día a día adentro mío, se siembre en todos los corazones que rodee. Que cada vez seamos más los que practicando yoga nos volvemos puro amor, agradecimiento y conciencia.

Agradezco infinitamente a todos los seres MAESTROS que encuentro cada día. Familia, amigos, profesores, gente linda, y especialmente a mis dos hijas, Martina y Olivia que en un trabajo constante me animan a seguir creciendo y descubriéndome. 

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